Chile: Radiografía de un buen gobierno

Hay un Piñera 2010 y un Sebastián Piñera 2014, este último es mucho más humano y menos soberbio, Bien!

«Al presidente Piñera los chilenos lo vamos a despedir con un aplauso… Nadie puede decir que ha hecho un mal gobierno». Eugenio Tironi.                                                                                                                              Tenía razón, aquí los resultados: (También en Youtube

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El presidente chileno Sebastián Piñera dejará su cargo el 11 de marzo con un alto índice de popularidad y uno de los mejores desempeños económicos de Latinoamérica. Le tocó gobernar en tiempos difíciles, cuando en 2010 el mundo estaba en recesión, las economías de EE.UU y Europa estaban en serios problemas, y un devastador terremoto había azotado a Chile apenas 11 días antes del inicio de su presidencia.

Creó casi un millón de nuevos empleos. Logró reducir la pobreza y las desigualdades, resultados que están fuera de toda discusión tomando cualquier indicador de pobreza y desigualdad, ya sea los hechos por organismos internos o las universidades chilenas o por la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL).

 

RADIOGRAFÍA DE UN BUEN GOBIERNO

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Sebastián Piñera, el mejor gobierno menos querido

«Yo no vengo a que me quieran sino a ser eficiente”

por Mónica Mullor

imagespiñeraEste 21 de mayo, de acuerdo al mandato constitucional y siguiendo una vieja tradición, el Presidente de Chile, Sebastián Piñera, presentó su última rendición de cuentas sobre el estado de la nación. Fue su mejor y su peor discurso, pero fue, ante todo, fiel a la figura de un presidente que desde el comienzo le dijo a sus colaboradores: “Yo no vengo a que me quieran sino a ser eficiente”. Y así ha sido, el suyo es el mejor gobierno menos querido de la historia de Chile.

crecimiento acumulado PIB 2012-2013

Uno de los periodistas chilenos más perspicaces, Héctor Soto, escribió al respecto: “Si las cifras fueran argumentos y la acumulación de evidencias un buen método para forjar convicciones, el de ayer estaría entre los mejores mensajes presidenciales. Pero no lo fue. El Presidente más que contactarse con la ciudadanía habló para sí mismo y para congratularse de lo mucho que ha hecho … El suyo ha sido un gran gobierno en términos de logros y realizaciones y fue eso –ni más ni menos– lo que quiso decir.”

La evaluación de la alocución presidencial de más de dos horas depende de la perspectiva con que se la mire. Fue uno de los peores discursos de Sebastián Piñera por su falta de emocionalidad, lo que no deja de llamar la atención si uno toma en consideración la gran cantidad de temas en los que el presidente, fácilmente, pudiese haber hecho saltar las lágrimas del público: el terremoto-tsunami de 2010; los apabullantes éxitos de la reconstrucción; el famoso rescate de los mineros; los esfuerzos por combatir la pobreza y sus éxitos; la política promujer; etc.

images12Tampoco hubo momentos retóricos de empatía, de esos que toman ejemplos cotidianos, levantan encuentros con ciudadanos comunes o explotan el dolor ajeno. Nada de ello coloreó esta sobria cuenta pública. Ni siquiera dramatizó la coyuntura política en términos de amenazas o encrucijadas dramáticas, cosa nada difícil de hacer apuntando al cuestionamiento radical del “modelo chileno” tan difundido entre sectores juveniles o a la perspectiva del advenimiento de un nuevo gobierno de Michelle Bachelet con claras veleidades populistas.

Fue, simplemente, un discurso carente de emocionalidad y “actualidad política”. Pero por ello mismo fue también el mejor de Sebastián Piñera. No fue escrito para la contingencia sino para la permanencia. Para apreciarlo deberá ser leído con unos años de distancia, cuando la obra realizada cobre toda su magnitud y se pueda comparar con gobiernos posteriores. En ese sentido será como un buen vino que madura con el tiempo.

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Bachelet, la Zapatero chilena

La crisis de los países del sur de Europa, en especial la española, es una advertencia para Chile y los chilenos.

2012-12-03  Libertad Digital – Opinión// España

por Mónica Mullor                     

En mi reciente estancia de mes y medio en Chile –coincidiendo con las elecciones municipales–, observé que la izquierda de todos los sabores y colores alberga la esperanza de que las próximas presidenciales las gane la expresidenta socialista Michelle Bachelet. Es éste un pronóstico que se da por seguro desde la izquierda y también desde el centroderecha.

zapatero_bacheletAsí las cosas, y curiosamente impulsada más por su ausencia que por su presencia en el debate político, Bachelet pareciera encarnar a la Gran Mamá del pueblo chileno, capaz de hacer realidad todos los deseos imaginables y poner la casa en orden, luego de los desastrosos años de gobierno de Sebastián Piñera, caracterizados por un gran crecimiento económico, los bajos índices de cesantía, las grandes reformas en educación, la lucha contra la pobreza extrema y las medidas en favor de la mujer; es decir, por las reformas que Bachelet no acometió en sus años de gobierno.

De vuelta en Madrid, y reflexionando sobre mi estadía en Chile, me quedo con lo mejor: allí los derechos van ligados a los deberes y se potencia el espíritu emprendedor. Los chilenos tienen conciencia de que todo cuesta, porque, por ejemplo, ni la universidad ni el sistema sanitario son gratuitos.Chile es un país que funciona y los chilenos parecen contentos con el gran progreso que están experimentando. Yo también.

El contagioso optimismo de los chilenos se desvaneció rápidamente cuando me reencontré con la desesperanza que agobia cada día más a los españoles. El desempleo no para de crecer y ya supera los 5,8 millones; el 52% de los jóvenes no tiene trabajo, 1,7 millones de hogares tienen a todos sus miembros en paro. No sin razón, en lo que va de año en Madrid se han celebrado ya más de 3.000 manifestaciones, autorizadas o no.

Este es el resultado de los años locos de España, de cuando estuvo gobernada por un colega socialista de Michelle Bachelet. ¿Lo recuerdan? Su nombre es José Luis Rodríguez Zapatero, que tiró la casa por la ventana e hizo que se olvidase la relación existente entre deberes y derechos, entre esfuerzo y resultado. Su política de promesas a destajo, de ofrecer múltiples derechos a la ciudadanía, como si fueran maná caído del cielo, hizo que España llegara a la situación en que está ahora: endeudada, embargada y desacreditada.

En tiempos de bonanza económica, el colega de Bacheletpermitió que en España se inflaran muchas burbujas, empezando por la crediticia y la inmobiliaria, que a su vez condujeron a una burbuja política, sustentada en la acumulación de ingresos tributarios de todo tipo.

Los tiempos del despilfarro y del todo gratis de Zapatero dieron también lugar a la burbuja sanitaria. Todos los partidos políticos (sin excepción) coreaban al unísono que la sanidad pública sería siempre universal y gratuita, lo que condujo a un uso irresponsable de los recursos sanitarios. En el plano educativo, hace ya mucho que España optó por la vía populista argentina: universidad para todos y gratuita. Se apostó por la cantidad y no por la calidad, lo que llevó a la masificación de la educación superior, que abrió sus puertas a estudiantes poco preparados. Y así continúa hasta hoy la universidad española, navegando en un mar de mediocridad institucionalizada. Por eso no es de extrañar que España no tenga una sola universidad entre las 150 mejores del mundo. En el ámbito de las infraestructuras, los políticos (con dinero de los fondos europeos) invirtieron miles de millones de euros en la construcción de aeropuertos sin viajeros, autopistas sin automóviles, palacios de congresos sin congresos, tranvías y trenes de alta velocidad sin pasajeros.

Fueron los años del populismo desenfrenado del Estado de Bienestar, de la generosidad irresponsable del Estado y la inflación de derechos. Su efecto más dañino fue una concepción falsa del progreso como algo conquistado de una vez y para siempre. Todo era un engaño: los tan mentadosderechos no estaban pensados para momentos de verdadera necesidad, cuando muchos pierden su empleo y caen en la indefensión. Solo podían pagarse en situaciones de bonanza económica, no en tiempos como los que vive España desde hace ya cuatro años.

Resumiendo: el socialista Rodríguez Zapatero embaucó a los españoles, y ahora a España no le queda más que mendigar el dinero que precisa.

Nadie sabe lo que Bachelet se propone realmente, pero los ávidos de derechos y los beneficiarios del clientelismo ya están golpeando la puerta. Su juego de diva ausente a lo Garbo le está resultando de maravilla, y tal vez le sirva para ser elegida. Pero tendrá un problema. Un día deberá también gobernar y aguantar el chaparrón de las ilusiones frustradas, especialmente entre el izquierdismo más militante, que ha crecido alentado por el izquierdismo moderado de la Concertación, deseoso de hacer ingobernable el país para que crezca la nostalgia por Mamá Michelle.

La crisis de los países del sur de Europa, en especial la española, es una advertencia para Chile y los chilenos, un llamado a que no se dejen embaucar por argumentos populistas sobre las supuestas maravillas de los Estados de Bienestar.

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