Poner las reformas de Bachelet bajo un estrés-test

«El problema de lo público es que los contribuyentes piensan que es gratis y los gobernantes piensan que es suyo».

La izquierda dice que los que pagaran la expansión estatal serán las empresas o “los ricos”. Es falso: son los trabajadores.

20090328185124Para que el gobierno de Michelle Bachelet no convierta a Chile en la España de su colega Rodriguez-Zapatero, habría que someter sus reformas bajo un estrés-test: a un crecimiento económico de entre un  0% y 1%, con un desempleo en aumento, y veamos si son sustentables. Si pasan la prueba, entonces son políticas que podrán cumplirse. Porque me imagino que usted al igual que yo, cree que el Estado está para ayudar a la gente cuando viene la crisis y no cuando el país rebosa casi en pleno empleo.

No olvidemos que el dinero del Estado es nuestro, de los contribuyentes y si viene la crisis son las personas de a pie las que pierden su empleo. Es hora de aprender de los errores cometidos en otras latitudes, especialmente de la crisis de los países del sur de Europa, la bullada crisis de la fiesta del despilfarro público.

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¿Lo sabía? La educación chilena es la mejor de latinoamérica

Creo que es legítimo preguntarse qué quiere realmente hacer Bachelet con la educación chilena. Al estatizar la educación se pierden los incentivos para mejorar la calidad, los costos aumentan y la oferta termina siendo ineficiente, por Mónica Mullor              

También publicado en HACER y Instituto Independiente

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La campaña electoral de la actual presidenta estuvo marcada por la promesa de una reforma educacional de la que sólo se conocían tres titulares: reforma tributaria, gratuidad y fin al lucro. Ahora bien, lo sorprendente es que sobre lo que verdaderamente importa, es decir, cómo mejorar la calidad de la educación chilena, el discurso permaneció siempre muy vago.

El movimiento estudiantil ya en 2011 cuestionó el modelo educativo, aludiendo a que no cumple con la tarea de dar educación de calidad. Sin embargo, el último informe PISA señala que Chile, con 423 puntos en matemáticas, 441 en lectura y 445 en ciencias, es el país latinoamericano de mejor rendimiento. En todos los casos, superó por más de 10 puntos a los segundos, México y Costa Rica. Diapositiva1

Por tal motivo Bachelet hace mal en descartar así como así el sistema actual de educación chileno si es que realmente le importan los resultados.

Por otra parte, creer que la reforma tributaria y más dinero para la educación elevarán la calidad de la misma es una falacia. Está demostrado que las deficiencias educacionales no siempre dependen de un problema de recursos, sino del uso de los mismos. España, por ejemplo, gasta mucho en educación pero lo hace mal, mientras que los finlandeses gastan menos pero bien y obtienen mejores resultados que los españoles.

Lo que Bachelet en verdad pretende es ideologizar la educación, haciéndose de ella mediante su estatización. Por ello no habla de cómo mejorar la calidad de la educación chilena ya que en esta perspectiva es un tema secundario. Como todos bien sabemos ni la gratuidad, ni el fin del copago o del lucro tienen que ver con la calidad de la educación, pero sí son herramientas importantes para un proyecto socializador.

RESULTADOS del examen de evaluación educativa PISA 2012 (en puntos)

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La elección presidencial y el enigma chileno

«El dilema de Michelle Bachelet será, guardando las proporciones, similar al que un día enfrentó Salvador Allende: gran parte de su base de apoyo tenderá a desbordarla exigiendo una radicalización que, de llevarse a cabo, terminaría poniendo en peligro la estabilidad y muchos de los logros alcanzados con tanto esfuerzo por Chile».

http://bibliotecademauriciorojas.wordpress.com/

¿Qué se juega el 15 de diciembre?

Invitado especial, Claudio Oliva Ekelund, columnista de El Mercurio de Valparaíso.( 8 de diciembre de 2013) 

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Entre las no pocas falsedades que, abusando de su credibilidad, ha expresado Michelle Bachelet en el curso de la campaña que está llegando a su fin, una de las más burdas es la que se refiere al modo en que plantea lo que se juega en esta elección. Según ella, un triunfo de Evelyn Matthei significaría que el país siguiera tal como está, mientras el suyo conduciría a que se efectuaran los cambios que Chile necesita.

¿Tiene aquello algún sentido? A mi juicio, ninguno.

Tal vez Bachelet quiera decirnos que un gobierno de Matthei sería uno de estricta continuidad respecto del actual. Pero ocurre que si algo no ha hecho el Presidente Piñera es dejar que el país “siguiera tal como estaba”. Chile ha progresado mucho en estos años, de hecho, bastante más de lo que lo hizo con Bachelet.

Por mencionar algunos ejemplos, durante los primeros tres años del actual gobierno las remuneraciones del 10% más pobre aumentaron, según la Universidad de Chile, un 77% por sobre la inflación, mientras en los cuatro de Bachelet lo habían hecho un 26%, es decir, apenas la tercera parte. Si en 2009 unos 4,5 millones de chilenos salieron de veraneo, en 2013 lo hicieron aproximadamente 8,5 millones, o sea, casi el doble. Con el Crédito con Aval del Estado vigente en la época de Bachelet, un egresado de medicina que hubiera financiado sus estudios por esa vía debía destinar, en promedio, la cuarta parte de sus ingresos mensuales a pagar su deuda; con las reformas introducidas por Piñera esa cantidad se redujo a la décima parte de esos ingresos. En marzo de 2010 había una lista de espera con nada menos que 380.000 intervenciones teóricamente garantizadas por el plan AUGE retrasadas más allá del plazo establecido; para noviembre de 2011 ya no había ninguna. En el período de Bachelet el postnatal duraba tres meses; ahora se extiende por seis.

Chile tiene todavía mucho que mejorar, especialmente en ámbitos como la educación, la salud, las pensiones y la regionalización. Pero lo previsible es que con Matthei tales asuntos sean abordados con sensatez y que el país continúe avanzando al ritmo nada despreciable al que lo ha hecho en estos años simultáneamente en los planos económico, social, político y valórico.

En cambio, el programa de Bachelet está trufado de medidas electoralistas que buscan, en muchos casos, halagar a grupos de presión con capacidad de movilización o al electorado situado más a la izquierda, que ofrecen un serio riesgo de entrabar, de modo que puede ser luego muy difícil de revertir, la aptitud de nuestro país para seguir volviéndose, a la vez, más libre, próspero y justo.

El Mercurio de Valparaíso, 8 de diciembre de 2013

Chile elige su futuro

HISPANOAMÉRICA 2013-12-02
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por 

El muy anunciado tsunami Bachelet, que arrasaría en las elecciones del pasado 17 de noviembre, no fue tal. Sabemos que habrá segunda vuelta presidencial y será entre dos mujeres.

Sin embargo, no puede desconocerse que la candidata de laConcertación y el Partido Comunista obtuvo un contundente resultado: un 46,69 por ciento de los votos y una apreciable ventaja sobre Evelyn Matthei, la representante del centroderecha (Alianza por Chile), quien obtuvo un 25,01 por ciento, logrando así su meta de forzar una segunda vuelta y ganarse de esa manera la posibilidad de confrontarse directamente con Bachelet, quien, mientras pudo, esquivó todo debate directo con Matthei.

En fin, todo de nuevo… pero con una Bachelet que parece menos invencible, ya que no podrá seguir con la estrategia de hermetismo y de rehuir los debates, como en la primera vuelta, cuando había nueve candidatos. La Madrina tendrá esta vez que ganar por lo que quiere realizar, por sus propuestas concretas, y no por la magia de su sonrisa, siempre lista para tapar la vaguedad de sus promesas, ni por la calidez de su supuesta cercanía con la gente, ni por la magia de los abrazos que reparte por doquier. La populista perfecta tendrá ahora que enfrentarse a lo que es su gran debilidad como candidata: el debate de verdad, donde mostrar conocimientos y argumentos sólidos para defender su proyecto de refundar Chile.

La confrontación entre estas dos mujeres será muy directa. Un cara a cara con Evelyn Matthei puede tener un efecto potente porque obligará a la candidata de la Concertación y el Partido Comunista a poner las cartas sobre la mesa: ¿está por o contra el exitoso modelo actual de desarrollo chileno? ¿Por qué gastar los ingresos públicos en dar educación universitaria gratuita a aquellos que la pueden pagar, existiendo en el país otras necesidades urgentes? ¿Está por la Asamblea Constituyente o dirá, una vez más, que ya verá? ¿Cuáles serían las consecuencias para el crecimiento y el empleo de la gran reforma tributaria que propone, basada en subir radicalmente los impuestos a las empresas?

La tarea de Evelyn Matthei es muy cuesta arriba, pero las semanas adicionales que se ha ganado al pasar a segunda vuelta representan una gran oportunidad. Matthei es economista y exministra del Trabajo. Defiende la continuidad del exitoso modelo económico chileno, promete mayores fiscalizaciones para evitar los abusos (tan comunes en los tiempos de Bachelet como presidenta), un mayor control de la delincuencia y hacer una reforma tributaria sólo en caso de ser necesario. Quiere reformar la Constitución pero no refundar Chile, como proponen los autodenominados «progresistas», y lo quiere hacer evolutivamente, al estilo de los paises con democracias avanzadas y no al estilo del asambleísmo constituyente tan común en América Latina. Propone mantener el crecimiento económico y con ello la creación de más y mejores puestos de trabajo, con el consiguiente aumento de los sueldos de los trabajadores. Quiere, en suma, hacer cambios pero sin afectar la continuidad de lo esencial, el sistema de economía abierta de mercado que tantos beneficios ha reportado a los chilenos.

Esto es lo que Chile se juega el 15 de diciembre. Ojalá que sepa elegir la consistencia y la continuación del progreso en vez de la demagogia y las aventuras grandilocuentes. Si alguien es capaz de dejar a la Madrina con los crespos hechos, esa persona se llama Evelyn Matthei.

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La Madrina, qué peligro

LIBERTAD DIGITAL/ OPINIÓN España, por Mónica Mullor.

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Todo indica que Michelle Bachelet ganará la elección del próximo día 17. Lo hará ofreciendo al pueblo chileno Estado, Estado y más Estado. Un Estado Mamá poderoso y generoso que lo proteja y le asegure todo tipo de derechos. Además, se invita a los chilenos a creer que tanta maravilla no tendrá costos para ellos y que incluso los impuestos bajarán, excepto, claro está, para las empresas y una minoría de súper ricos.

¿Quién podría resistirse a semejante tentación? Como diría el Padrino, se trata de an offer you can’t refuse.

La Madrina chilena no debate ni acepta preguntas molestas de los periodistas. Esto lo aprendió de su colega transandina Cristina y hasta ahora le ha resultado de maravilla. Lo que le pide a los chilenos no es poca cosa: que le den poder, mucho poder para hacer lo que quiera con el país. Quiere no sólo ser elegida con mayoría absoluta en primera vuelta, sino, sobre todo, obtener una mayoría parlamentaria que le permita cambiar la Constitución y llamar a una Asamblea Constituyente. Claro, como reina de la ambigüedad que es, no lo dice con todas sus letras, simplemente dice «No lo excluyo», «Ya veremos».

Lo más triste de todo no es que muchos le crean, cosa ya lamentable, sino ver cómo «el capital» corre detrás de la Madrina, subsidiando una campaña que parece tener recursos ilimitados. Los canales de televisión controlados por los grandes grupos económicos están rendidos a sus pies, y desde las poderosas asociaciones de empresarios no se ven sino sonrisas hacia Michelle (inversamente proporcionales a la hosquedad con que siempre han tratado a Sebastián Piñera, quien por conocerlos bien los ha controlado como nunca).

En términos mafiosos, este generoso apoyo se llama pagar por la protección, es decir, en este caso, por el derecho a seguir abusando del pueblo chileno tal como lo hicieron durante el anterior Gobierno de Bachelet y los 20 años de la Concertación.

El domingo 17 los chilenos decidirán si Bachelet gana en primera o en segunda vuelta. Su principal contendora es Evelyn Matthei, de la Alianza por Chile, es decir, la coalición de los partidos de centroderecha. Una mujer conocida por su valentía, por decir lo que piensa y por no tener pelos en la lengua ni complejos que la acallen, y, a diferencia de Bachelet, siempre dispuesta a dar entrevistas y a responder todo tipo de preguntas.

La confrontación entre estas dos mujeres, si pasan a segunda vuelta, sería muy directa, obligaría a Bachelet a confrontarse con sus ambigüedades: ¿por o contra el modelo actual de desarrollo chileno?, ¿por mantener la libertad de enseñanza o por estatizar la educación chilena?, ¿por seguir confiando en el esfuerzo individual y el trabajo o por hacer del Estado el gran protagonista de la vida social?, ¿por un desarrollo evolutivo de la institucionalidad o por lanzarse a la aventura chavista de la Asamblea Constituyente?

Ojalá los votantes chilenos no se dejen seducir por los cantos de la Madrina y apuesten por la estabilidad política e institucional, por las reformas, el empleo y el desarrollo, factores que en su conjunto han mostrado ser el camino que ha llevado a tantos países a la prosperidad.

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