Mujer y arzobispo

 (En kvinna som ärkebiskop), por Mónica Mullor                                      Publicado también en El Instituto Independiente, (EE.UU)      

No, usted no se equivoca al leer el título. 

La Iglesia Luterana de Suecia, mayoritaria en el país, eligió hace unos días, por primera vez, a una mujer como arzobispo, su máxima autoridad, la pastora Antje Jackelen, ordenada sacerdote en 1980, casada con un sacerdote, con el cual tiene dos hijos.

Biskop_Antje_JackelenJackelen, obispo de Lund, obtuvo el 55,9% de los votos del colegio eclesiástico de la Iglesia de Suecia, que cuenta con 324 miembros. En una entrevista señaló que no era chocante para la Iglesia de Suecia elegir a una mujer como su líder. Por el contrario, “ya era hora” dijo Jackelen, puesto que durante más de cincuenta años la iglesia sueca ha tenido mujeres sacerdotes.

Pero la arzobispo sueca no está sola. En septiembre de 2013, Pat Storey, de 53 años, casada y con dos hijos, se convirtió en la primera mujer obispo anglicana tanto de la República de Irlanda como del Reino Unido. En la Iglesia anglicana hay 27 mujeres ejerciendo como obispos, en países como India, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Cuba, Estados Unidos, Suiza y Sudáfrica.

Así vemos que algunas Iglesias cristianas corrigen poco a poco sus esquemas arcaicos abriendo el sacerdocio a las mujeres e incluso nombrándolas obispo, mientras que en la Iglesia Católica no se da ni un paso en esa dirección. La interpretación que entrega la Iglesia católica para no aceptar sacerdotes mujeres es que la ordenación exclusiva de hombres al sacerdocio es un asunto que forma parte de la herencia inalterable de Cristo entregada a los apóstoles. Esto implica, simplemente, convertir en algo divino e inmutable la cultura fuertemente patriarcal imperante en el judaísmo de esos tiempos y luego perpetuado en el cristianismo y el islam.

Entre los judíos de entonces, las mujeres estaban expuestas a una severa discriminación desde su nacimiento, que se extendía también a la vida política y religiosa. En el Talmud se lee: “¡Ay de aquél cuya descendencia son hembras!”. Tristeza y decepción causaba el nacimiento de una niña, a quien se le negaba el acceso al aprendizaje de la Ley. En la Mishná podemos leer: “Que las palabras de la Torá (Ley) sean destruidas por el fuego antes que enseñárselas a las mujeres… Quien enseña a su hija la Torá es como si le enseñase calamidades”. Las mujeres judías carecían de muchos derechos, y eran frecuentemente consideradas como objetos en posesión de los varones. Es por ello que la actitud de Jesucristo respecto de la mujer, es decir, de tratar de idéntica manera a la mujer y al hombre, contrastaba fuertemente con la de los judíos contemporáneos, hasta un punto tal que sus apóstoles se sorprendían ante el trato que les brindaba.

La jerarquía católica, al constituirse siglos después como una institución separada de los laicos, le cerró las puertas al sacerdocio femenino, consagrando así una tradición patriarcal que sus representantes actuales se obstinan en preservar, a pesar de que ya nada tiene que ver con sociedades donde la igualdad entre el hombre y la mujer es fundamental. Al mismo tiempo, se mantienen intactas otras tradiciones arcaicas como el celibato o la prohibición de casarse y formar familia.

Lamentablemente el nuevo Papa, tan innovador en otras materias, simplemente declaró que sobre el papel de la mujer en la Iglesia la postura oficial dictada por Juan Pablo II no ha cambiado un ápice: “La Iglesia ya se expresó y dijo no. Esa puerta está cerrada.

Sin embargo, el mundo sigue moviéndose hace una plena igualdad entre hombres y mujeres. Por ello un día, tal como hoy en la Iglesia sueca, tendremos un Papa mujer, y, de seguro, una Iglesia mejor.

ideasyanalisis.wordpress.com/

Lo que Bachelet no hizo por la mujer

OPINIÓN- LIBERTAD DIGITAL  11 de marzo de 2013

por Mónica Mullor

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A fines de este año Chile elegirá un nuevo presidente. Se dice que la supuesta candidata socialista por la Concertación, Michelle Bachelet, está trabajando junto a su equipo en la puesta en escena de su desembarco en el país para la penúltima semana de marzo.

aidobacheletNueva York se ha desempeñado como jefa de ONU Mujeres, esa creación de su colega socialista Rodríguez Zapatero que costó cientos de millones de euros a los españoles y donde se enchufó a la tristemente célebre Bibiana Aído, como consejera personal de Bachelet, precisamente.

Desde su cuartel general en la East 42nd Street de Nueva York, Bachelet parece creer que su juego de diva ausente y defensora internacional de la mujer le servirá para volver a ser elegida presidenta. Pero no se ha percatado de un problema que puede aguarle la fiesta. Deberá dar respuesta a las ilusiones frustradas de tantas chilenas que un día creyeron en ella.549212_142948755873570_612784867_n

El pasado 8 de marzo, Día de la Mujer, el actual presidente de Chile, Sebastián Piñera, aseguró que la situación de la mujer bajo el Gobierno de Bachelet fue de una «tremenda desigualdad». Y estaba en lo cierto.

Bachelet, una vez instalada en el Gobierno, puso énfasis en dar mayor presencia a la mujer en el aparato estatal; es decir, quería más ministras, subsecretarias, intendentas, y eso es bueno, especialmente para las beneficiadas, pero poco hizo por las ciudadanas comunes, aquellas que llevan sus hijos al colegio, trabajan, cocinan…  Diapositiva1

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